“No puedes fiarte de tus ojos si tu imaginación no está enfocada.” (Mark Twain)
Después de toda una vida rodeada de imágenes y fotografías, nunca antes me había planteado esta pregunta, ¿qué es una fotografía?.
Bien, si buscamos el origen etimológico de la palabra, descubrimos que el término está construido de dos palabras provenientes del griego: PHOS y GRAPHOS.
PHOS, photo: luz.
GRAPHOS: escribir, dibujar, describir.
Por lo que la primera definición de fotografía sería “Escritura, dibujo o descripción con luz”. Pero quedarnos con este concepto no aclararía mucho de la respuesta que aquí busco.
Aunque la presencia de la fotografía en nuestra cultura está muy arraigada, se desconoce mucho de ella, convirtiendo poco a poco el mundo ficticio de la imagen en el mundo real en el que vivimos.
Muchas de las personas de a pie, ponen al mismo nivel la fotografía y la realidad, creando un nuevo mundo totalmente falso. Nos volvemos espectadores de algo que reconocemos como realidad, y sin embargo, no es más que una desfiguración de la misma. Flusser en Una filosofía de la vida dice: “El hombre ex-siste, es decir, no accede al mundo de forma inmediata, sino a través de las imágenes, que le permiten imaginarlo. Pero en cuanto se lo representan, se interponen entre el mundo y el hombre. Sirven como mapas y se convierten en pantallas: en lugar de representar el mundo, lo desfiguran, hasta que el hombre finalmente empieza a vivir en función de las imágenes que crea”[1]. Aquí, Flusser, todavía no nos habla de la imagen técnica como es la fotografía, sino de una primera abstracción de la realidad: “El hombre olvida que ha sido él mismo quien generó las imágenes para orientarse en el mundo. Cuando pierde la capacidad de descifrarlas, empieza a vivir en función de sus propias imágenes: la imaginación se convierte en alucinación”[2]. Mucho más lejanas a la realidad, son pues las imágenes fotográficas que Flusser considera de tercer nivel de abstracción, es decir, aquellas que: “Abstraen de textos que abstraen de imágenes tradicionales que abstraen, como hemos visto, del mundo concreto”[3].
La imagen fotográfica no es pues la realidad ya que no es una verdad total de la misma sino una abstracción de ella, sin tener en cuenta todavía que desconocemos aquello que llamamos realidad.
En mi opinión, la fotografía es la representación que cada uno hace sobre un tiempo y un espacio (o varios de ellos) y que varía en función de la percepción de cada uno. Teniendo en cuenta que no percibimos, ni procesamos, ni olvidamos la información de la misma manera, y ni siquiera reaccionamos igual ante los distintos estímulos de la Naturaleza, la realidad nunca podrá ser totalmente universal y por lo tanto no podremos hacer una diferenciación objetiva de una realidad verdadera o falsa.
Por lo tanto, es un documento de representación de nuestra propia percepción y de nuestro procesamiento particular de la información y somos nosotros quienes decidimos cómo representarla y qué suprimir o añadir a la imagen que compondrá nuestra proyección mental y que, pasará a ser un espacio bidimensional abstraído de uno tridimensional (términos que utilizan Ramírez o Flusser para hablar de esta abstracción).
Durante toda la historia se ha discutido sobre el significado de la fotografía, su utilidad y preferencia o rechazo con respecto a otras materias como la pintura y me parece importante hablar sobre ello para entender mejor la naturaleza de la fotografía.
Juan Antonio Ramírez, en Medios de masas e historia del arte, hace una diferenciación entre la fotografía y la pintura basado en la intervención de la percepción humana dentro de ambos sistemas de representación de la realidad: “ La fotografía no muestra necesariamente la realidad mejor que los pintores, no tiene por qué ser más objetiva en un sentido amplio, pero sí elimina (o aminora, ya que mucho depende del fotógrafo) la subjetividad de esa captación: la cámara no tiene “historia personal” (...) La diferencia esencial con la pintura radica aquí precisamente, la fama de la fotografía como medio realista se cimienta, más que en la ausencia de mediaciones para representar el mundo, en la menor injerencia en el proceso de la personalidad del creador”[4].
Estoy de acuerdo hasta cierto punto en esto, porque no me parecen tan alejados ambos medios. En mi opinión, como dice Antonio Ramírez, un medio no muestra una realidad de forma más objetiva que el otro, pero tampoco creo que en la fotografía se elimine esa subjetividad de la captación de la realidad. La cámara es una herramienta más, al igual que en la pintura lo es el pincel, y ninguna de esas herramientas tiene una “historia personal”. Con esto quiero decir que, el que está detrás de esa herramienta siempre, de una manera u otra y en mayor o menor medida, intervendrá en el resultado, porque éste siempre tendrá una manera particular de representar la realidad (subjetiva). Si bien es cierto que, “la fotografía capta implacablemente todo lo que, situado dentro del cuadro de visión (encuadre), es susceptible de impresionarse en la placa”[5] Juan Antonio Ramírez, este cuadro de visión podrá modificarse por el sujeto que fotografía y que incluso, una vez realizada la imagen con la cámara, ésta podrá seguir variando según las decisiones que tome dicho sujeto. Puesto que, de ambas formas la modificación de la imagen puede darse, no creo que se pueda decir que una sea más objetiva que la otra, ni que cuente de mejor forma la realidad (subjetiva).
En la imagen que presento al inicio de esta reflexión, puedo ver estas conclusiones de manera clara. Esta imagen realizada por un sujeto (Paul Lung), representa una realidad, en este caso la de un mono, ahora bien, si esa imagen en vez de estar hecha con grafito estuviera realizada con una cámara fotográfica no sería más objetiva. Cuando miramos la imagen ni siquiera nos damos cuenta de la herramienta que ha sido utilizada, por lo que no nos representaría mejor la realidad un método que otro, y además serían imágenes totalmente distintas.
He concluido pues de todo esto que, la fotografía es una forma de comunicación tanto externa como interna, en la que el creador a través de su conocimiento y su percepción del mundo, proyecta una realidad particular, que es totalmente suya, pero que no es la realidad o verdad universal, sino su modo de representarla, ayudado por la luz que queda registrada mediante la cámara y otros elementos técnicos y físico-químicos que son necesarios para el acto fotográfico.
El problema viene cuando la fotografía se confunde con la realidad distanciándola todavía más del sujeto al no saber codificar el significado que contiene, “lo que en ellas se ve no parece ser símbolos que necesiten ser descifrados, sino síntomas del mundo (...) lleva al contemplador a considerarlos no como imágenes, sino como ventanas. Las cree como a sus propios ojos. Consecuentemente, no las critica como imágenes, sino como cosmovisiones (si es que las critica)”[6], Flusser. Nos engañamos y acabamos creyendo más en lo que nos muestran esas imágenes fotográficas de las que vivimos rodeados que en nuestra propia experiencia de la realidad y sin embargo, no fue esa la intención de la fotografía, no la de alejarnos del mundo, sino la de acercarnos a él, pero una vez más, acabamos distorsionando los significados según nos conviene a cada uno y hacemos un análisis del mundo a través de las imágenes que lo representan.
[1] Flusser, “Una filosofía de la fotografía”. Capítulo 1, “La imagen”. Madrid. Ed. Síntesis. 2001. Pág. 13
[2] Flusser, “Una filosofía de la fotografía”. Capítulo 1, “La imagen”. Madrid. Ed. Síntesis. 2001. Pág. 13
[3] Flusser, “Una filosofía de la fotografía”. Capítulo 2, “La imagen técnica”. Madrid. Ed. Síntesis. 2001. Pág. 17
[4] Juan Antonio Ramírez, “Medios de masas e historia del arte”. Capítulo 3.1. “La fotografía”. Ed. Cátedra. 1992
[5] Juan Antonio Ramírez, “Medios de masas e historia del arte”. Capítulo 3.1. “La fotografía”. Ed. Cátedra. 1992
[6] Flusser, “Una filosofía de la fotografía”. Capítulo 2, “La imagen técnica”. Madrid. Ed. Síntesis. 2001. Pág. 18
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